entró por la puerta grande a Venezuela (ENTREVISTA)

Mazhar Al-Shereidah entró por la puerta grande a Venezuela
ABN
ABN 05/02/2009


Caracas, 05 Feb. ABN (Emma Grand).- Más de 40 años tiene el iraquí Mazhar Al-Shereida viviendo en Venezuela. Conocido en el país por sus análisis petroleros, este hombre de tez blanca, rasgos árabes y hablar pausado, de fuerte acento extranjero, revela que antes de pisar suelo venezolano entró a este país por la puerta grande, a través de un grupo de estudiantes venezolanos de música que conoce en Viena, Austria, donde viaja en 1959 para obtener su título de economista.

En Viena, Al-Shereida vivía en el mismo piso de la cantante venezolana Morela Muñoz, quien acababa de grabar el primer volumen con el quinteto Contrapunto, “y es por eso que digo que entré a Venezuela por la puerta grande, porque entré por la puerta musical, que es una de las manifestaciones más importantes que tiene el país”.

Un año después, en 1960, Morela le presenta a Al-Shereida a su actual esposa, quien en ese momento era estudiante de piano en Viena, Guiomar Narváez. “El año que viene podemos celebrar 50 años de amistad y de amor”.

Conoció a Pedro Liendo y la obra de Alirio Díaz. A los 20 años ya estaba familiarizado con la música venezolana, “realmente todo esto constituyó, para mí, una plataforma mucho más que sentimental, acercamiento, compenetración”.

“Nos apoyábamos los uno a los otros en todos los sentidos, sobre todo en aquellos meses helados, en esas sociedades tan frías desde el punto de vista de las relaciones humanas, de la falta de generosidad, entonces descubrimos las similitudes que tenemos en nuestra forma de ser, de sentir, de amar, apreciar, querer, detestar”.

Hasta luego Iraq

Al-Shereidah nació en abril de 1940 en Basora, ciudad milenaria, de Simbad el Marino, situada en las cercanías del Golfo Pérsico. Ahí vivió hasta 1957, a los 17 años, edad en la que debió abandonar su país por razones políticas.

El ex presidente egipcio Abdel Nasser nacionalizó en 1956 el canal de Suez, que le pertenecía a un monopolio anglo-francés y de importancia para el traslado de petróleo en la región, recuerda Al-Shereida.

Consecuencia de esta decisión, Egipto es víctima de una agresión tripartita por parte de Gran Bretaña, Francia e Israel, y que es apoyada, entre otros, por el gobierno de Iraq.

Al-Shereida estudiaba en el principal liceo de Bagdad, que quedaba a dos cuadras de la sede del gobierno, y, en solidaridad a Egipto, salió con sus compañeros a manifestar contra el apoyo de la monarquía iraquí a la agresión a este país, “pidiendo la caída, la muerte del rey”.

En esta protesta, los estudiantes se enfrentaron con piedras a la policía, “y bueno, quizás algún tipo de armamento improvisado, lo que sea, como todo régimen represivo, fui uno de los detenidos, golpeado, pero afortunadamente mi familia logró sacarme”.

Al-Shereida debió salir inmediatamente del país, protegido por su familia, para no enfrentar una corte militar. Estudió su último año de bachillerato en el Líbano, y, posteriormente, viajó a Viena a estudiar economía.

Al-Shereida es hijo de una familia “muy acomodada, digamos, de una buena posición socio-económica y de nombre, de renombre, tanto la familia paterna como la materna, y esto es parte del por qué, inconscientemente, del por qué quererse liberar de lo heredado”.

La independencia

El mismo día, recuerda Al-Shereida, en junio de 1964, cuando presentó su último examen de la carrera de economía, “y supe que había finalizado exitosamente, lo primero que hice fue caminar de la universidad hasta la central de correo, para enviarle a mi familia un telegrama diciéndoles: “he terminado exitosamente, no me manden más dinero”.

Un mes después de graduarse de economista, Al-Shereidah se casa con Guiomar, ya tenían casi cuatro años de noviazgo.

“Había sido una larga espera, y bueno, nos casamos, cada quien bien lejos de su mundo, y sin pensar mucho en el futuro. La dueña del apartamento donde vivíamos era muy sabia, tenía 80 años, había vivido la Primera y Segunda Guerra Mundial, y cuando pensábamos en el futuro, teníamos 25 años, nos decía: “niños, no piensen en el futuro, disfruten el momento. Y así fue”.

Volver a la patria

Al-Shereida consiguió trabajo en la Embajada de Arabia Saudita en Viena. Estaba a cargo del departamento de prensa. “Tenía que revisar, diariamente, los principales periódicos alemanes, suizos y austriacos, todo lo que tenía que ver con el Medio Oriente, con el petróleo. Aprendí muchísimo”.

En 1965 hubo una conferencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) y la Embajada de Arabia Saudita organizó una recepción en honor a los ministros.

La delegación venezolana la encabezó el entonces ministro de Minas e Hidrocarburos, Manuel Pérez Guerrero, sucesor de Juan Pablo Pérez Alfonso.

También asistió el entonces ministro de petróleo de Arabia Saudita, el famoso jeque Ahmed Zaki Yamani, quien estuvo 26 años en esta responsabilidad, y a quien Al-Shereida había conocido cuando muchacho, “porque se casó con una tía menor de mi mamá. Era mi tío político, y él quería mucho a Guiomar”.

En la recepción de la embajada, cuenta Al-Shereida, el ministro saudí se le acercó a él y a Guiomar, “y nos llevó donde Pérez Guerrero, y le dijo: “mira, esta es la Opep, ella es venezolana, él es iraquí, él trabaja en la Embajada de Arabia Saudita y estamos en Viena”.

“Comenzamos a conversar con Pérez Guerrero, quien me propuso ir a Venezuela para ayudarnos”.

Recuerda Al-Shereida que a Guiomar le encantó la idea, pues volvería a su país, y en Iraq la situación política no era muy estable. “El hecho es que los dos estábamos hartos de vivir en el extranjero, los dos necesitábamos tener una patria, volver a una patria”.

“Para ella era volver a la patria, para mí era una aventura no sé de qué tamaño, otro continente, un idioma que no conoces, una cultura que no conoces, no conoces a nadie”.

Tan lejos, pero tan cerca

Al-Shereida acepta viajar a Venezuela con Guiomar para probar una nueva vida. “Ya estaba enamorado de una venezolana, de la música venezolana, y tuve la oportunidad de, inmediatamente, volverme adicto a la cocina y sazón venezolana, sobre todo la oriental. “Comemos en Venezuela el pescado de la misma forma de mi ciudad natal, Basora”.

Los padres de Guiomar eran orientales, su madre cumanesa y su padre margariteño.

Recuerda Al-Shereida que a los dos meses de estar en Venezuela fue a Margarita con Guiomar, “y cuando entré en una de esas casas coloniales de unos parientes de mi suegro, de repente, la memoria infantil me asaltó. Dios mío, la misma estructura, el mismo concepto de la casa de hacienda nuestra en Iraq, el patio”, suspiró.

Lo bueno y lo malo

Al-Shereida decidió no trabajar en el Ministerio de Petróleo e Hidrocarburos de Venezuela, porque para hacerlo debía nacionalizarse. “Yo tenía aquí apenas tres meses, yo no me podía nacionalizar, todavía no conocía el país, yo no podía cambiar de identidad simplemente por un trabajo”.

“Para mí nacionalizarse se escribía con letras grandes y de plomo. Yo no me nacionalizo sino aproximadamente 20 años después de vivir en Venezuela, en 1986, después de haber pasado por un infarto. Decidí que quiero morirme aquí”.

“Yo llegué a Venezuela a finales de febrero, y en julio conocí a un gran profesor economista, el doctor Domingo Maza Zavala, era director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, era muy joven”.

“En junio de 1967 se había generado la famosa Guerra de los Seis Días, en árabe le llamamos la Derrota Árabe del 5 de Junio. Era un momento en el cual el petróleo del Medio Oriente no llegaba al mercado, la producción petrolera venezolana estaba en aumento, y, desde luego, la academia tenía gran interés por aquel mundo”. Fue entonces cuando Maza Zavala le pidió que lo ayudara a entender ese mundo.

“Así comencé a trabajar, en septiembre de 1967. Comencé mi carrera en la Universidad Central de Venezuela (UCV), y ahí conocí todo lo bueno y lo malo de una sociedad como la venezolana, pero como la familia de uno, no todo tiene que ser bueno, esa es mi familia, esa es mi gran casa durante ya cuatro décadas, me ha brindado todas las oportunidades para aprender, para hacer amistades, para ganarme enemigos, para todo”.

Dos patrias

Al-Shereida recuerda que esta navidad fue la número 50 que pasa “fuera de mi casa, de mi tierra natal, y rebobinando la historia, digo, caramba, yo casi no tuve tiempo de estar como en el limbo, fuera de una patria, de un hogar, porque apenas salí a estudiar a Viena, a finales del 58, y ya en el 59 entré a Venezuela desde Viena”.

Y esa entrada a nuestro país es la que no deja de celebrar, porque, insiste, fue por la puerta grande de la música, la cocina y el amor.

This entry was posted on 18 de enero de 2010. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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