Occidente vs. El Sunnismo Árabe y el Shiísmo Persa

MAZHAR AL-SHEREIDAH

Occidente vs. El Sunnismo Árabe y el Shiísmo Persa

El propósito de las siguientes páginas es demostrar:

* La existencia de un largo enfrentamiento entre Mesopotamia-Persia.

* La existencia de una vieja alianza Persa-Israelí.

* Persia no ha participado en el histórico enfrentamiento Árabe-Islámico/Occidental.

El Medio Oriente, vive una prolongada crisis susceptible a agravarse. Las fuentes de inestabilidad allí se deben tanto a factores propios de la dinámica interna y regional como a la acción de intervenciones externas.

Ello resulta comprensible en una región multiétnica, cuna de las tres religiones monoteístas universales: Judaísmo, Cristianismo, Islam, que vio nacer a algunas de las principales civilizaciones: Egipto, Fenicia, Israel, Persia, Mesopotamia, donde surgieron Imperios y Estados entre los cuales se produjeron frecuentes conflictos.

A continuación se presentan sucintamente elementos que permiten por una parte comprender la naturaleza de los enfrenta­mientos de los allí existentes y por otra visualizar el posible desenvolvimiento de los mismos.

Desde la antigüedad, la ubicación central del Medio Oriente (o Asia Suroccidental) entre Europa, África y el resto de Asia, explica en parte su capacidad de irradiación para alcanzar otras latitudes con sus procesos culturales, económicos y políticos. Esa situación geográfica implica también que otros pueblos, civilizaciones e Imperios centren su atención en dicha zona ya sea por su propio valor o por la importante función intermedia que la misma cumple con respecto a otras regiones.

Etnias-Religiones-Imperios.

Milenios antes de las conquistas orientales Helenias y Roma­nas y el Imperio de Alejandro Magno, en el Medio Oriente eran frecuentes las luchas y los conflictos entre los pueblos de la región. Mesopotamia, el actual Irán, y Judea. Asurbanipal, el Rey de Asiría, había conquistado a Persia. Ciro, el Rey Persa, crea el primer Imperio Indo-Europeo o Ario. El Viejo Testamento se refiere a su personalidad y obra con respeto y alabanza (Isaías 41.2 y 41.28). En la misma época surge en Persia el profeta Zarathustra con ideas monoteístas.

Nabucodonosor II, Rey de Babilonia toma Jerusalén y lleva a su capital en 587 A.C. a los Judíos en cautiverio. Ciro, el Rey Persa, conquista en 539 A.C. a Babilonia, libera los judíos y Darío hace posible en 516 A.C. la reconstrucción del Templo de Salomón.

Un texto oficial iraní titulado: "Imperium Persicum" en 1971 con motivo de los 2.500 años de Persépolis decía:

"Sin la obra de los antiguos Grandes

Reyes Persas, quienes creían en un

sólo Dios Creador, que los unía por

dentro con el Pueblo de Israel, no

hubiera habido Belén ni Gólgota".

Antes que el Islam creara esa amalgama de razas y culturas, ya se habían registrado enfrentamientos entre los judíos por una parte y Egipto y Mesopotamia por otra. Estos dos últimos serán, posteriormente, arabizados e islamizados.

Por otro lado, entre Persia e Israel surge una alianza, motivada, como ya visto, por su enfrentamiento común a Mesopotamia (Babilonia).

A comienzos del siglo VII, los Árabes Semitas avanzan desde su Península hacia Irak y someten a los Arios en el Imperio Persa.

El Imperio Romano de Oriente sucumbe también ante la ola Islámica. El Califa Omar toma Jerusalén y los primeros musulmanes se dirigen en sus oraciones hacia esa Ciudad Santa antes de que, posteriormente, a La Meca se convierte en su "Quile".

La rápida expansión que logra el naciente Imperio Árabe-Islámico detiene primero el avance de la Europa Cristiana en Asia y África, para luego alcanzar la propia Europa: Península Ibérica, lo cual provoca las Cruzadas en el siglo XI.

En 1492 llega a su fin el dominio Árabe-Islámico en España, pero otro Imperio Islámico, aunque turco y no árabe, triunfa en 1453 sobre Bizancio y toma Constantinopla. Desde allí se expande sobre los Balkanes y llega a citar varias veces a Viena, la capital del Imperio Augusto-Ungaro.

Durante nueve siglos (VII al XV) sucesivos Imperios Islámicos (sunnitas) se enfrentaron a Occidente y dominaron no sólo extensos territorios de Asia, África y Europa, sino que controlaron el tráfico marítimo desde el Atlántico, Gibraltar, Mediterráneo, Mar Rojo, Mar de Arabia, El Golfo y el Océano Indico. Con el Imperio Otomano (sunníta), se extiende el control al Mar Negro también.

Primera Fase del Colonialismo

Europa con el Mercantilismo, al expandirse se encuentra con estructuras socio-políticas islámicas de gran arraigo en las costas africanas, Indostán, Malaca, etc.

Portugal domina Ormuz y Bahrain en 1507 pero la Compañía Británica de las Indias Orientales las desplaza y controla desde 1622 al Golfo.

En 1682 el sitio Otomano contra Viena impulsa e inspira el proceso de la unificación europea con los auspicios del Vaticano contra el amenazante Islam sunnita.

Mientras se produce en el Medio Oriente el proceso de expansión económico y político-militar de Portugal, Holanda, Gran Bretaña, Francia y posteriormente Alemania, Rusia, no tuvo acceso fácil a la navegación, ya que el Mar Negro estuvo dominado por musulmanes sunnitas en Turquía y los Balkanes, mientras que sus vecinos musulmanes Shiítas persas, además de los afganos y pakistaníes le impedían llegar a las costas del Golfo. Ese último hecho era conveniente para las otras potencias europeas que temían el incremento del poderío ruso en Oriente. Por su parte, tanto en Persia Shiíta como en Turquía sunnita se desarrolla con respecto a la Rusiacristiana ortodoxa el concepto del Jihad o la Guerra Santa. El resto de Europa queda excluido

de esa práctica.

Con la expedición Napoleónica en Egipto (1798) el Mundo Árabe comienza a sentir el rigor del colonialismo que se formaliza con la conquista francesa de Argelia (1830) seguida por Túnez y Marruecos.

La apertura del canal de Suez (1869) inaugura en lo estratégico una nueva era: la unificación del Mediterráneo con el Mar Rojo crea nuevo conceptos de seguridad y defensa con respecto al Golfo.

Desde finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, se manifiestan en la región árabe procesos independistas-unionistas:

* En la Península Arábiga surge el Wahabismo como movimiento islámico-puritano

* En Egipto crece un Estado orientado hacia la unificación de los territorios árabes

* En el Sudán se produce el Mahdismo

Los tres eran árabes-islámicos-sunnitas.

Los primeros dos eran Panislámicos, mientras que el tercero era Panarábigo. Este último llega a la conquista de Creta y Atenas (1827) y en 1840 amenaza la capital otomana, Istanbul, por lo que surge la llamada Crisis de Oriente que agrupó a todas las potencias europeas contra la naciente potencia: Egipto, según la Convención de Londres. Egipto es militarmente reducida.

Egipto en manos de, Mohamed Alí. Fue una nueva opción geopolítica: "un Estado sólido, dinámico cuyo crecimiento constituía un serio obstáculo para la expansión colonialista capitalista europea". De ahí que, tras las victorias militares de Ibrahim Pasha en Sudán, Arabia y Grecia, las potencias europeas se unieran para destruir su flota en Navarino (1827), y pocos años después le conminaron a interrumpir su marcha segura sobre los dominios del Sultán. Era más fácil para la poliarquía europea enfrentarse a dos opciones geopolíticas oponibles entre sí como fuera la egipcia y la otomana- ante que una nueva opción geoestratégica árabe-egipcia que fuera a heredar aquella opción virtualmente vencida en 1683, cuando el Imperio Otomano intentó por última vez vencer al Imperio Austro-Húngaro y ocupar Viena.

El golpe de gracia lo recibió el imperio otomano el día en que fuera admitido por el Acta de París (1856) como miembro de la comunidad interestatal de derecho. La opción geoestratégica entre dos mundos enfrentados se ha extinguido, y lo que la reemplaza es la opción geopolítica de un imperio decadente que, ora aliado con Francia, ora con Gran Bretaña, ora con Alemania, terminará expulsado de Europa, excepto en el pequeño triángulo en torno a Istambul, en tanto su dominio sobre el Mediterráneo y los pueblos árabes ya se había debilitado.

Pero el valor estratégico de la Región ya venía de regreso. Por una parte, el Canal de Suez (1869) le confería a Egipto y sus áreas de influencia (Palestina, Hedyaz) el valor de la primera arteria marítima en el cuerpo vivo del imperio británico, con Francia poder naval mundial y Mediterráneo no menos interesada en el Levante, por la otra, ya se venía confirmando, por aquella frontera díscola entre las esferas de influencia otomano-persa, la fábula del petróleo.

La fuerte competencia inter-potencia llevó a Gran Bretaña como la más poderosa del momento, a obtener bases para su marina mediante la imposición de una serie de Tratados: Adén, Costa de los Piratas (actualmente Emiratos Árabes Unidos), Kuwait, Qatar, Omán, Bahrain, Muscat (entre 1820-1899). Con la ocupación británica de Egipto en 1882, la navegación en el Indico, el Golfo, Mar de Arabia, Mar Rojo, Canal de Suez hasta el Mediterráneo queda controlada por Gran Bretaña.

Entre las contradicciones propias de la región, destaca aquella entre los Imperios Persa y Otomano. Persia intentó en varias oportunidades (la última en 1847) anexarse parte del territorio iraquí bajo dominio Otomano.

El antisemitismo como fenómeno occidental propio de la historia de la Europa Cristiana produjo el Sionismo que plantea como solución (1897) la creación por parte de los judíos europeos de un Estado en Palestina. Gran Bretaña apoya el proyecto en vísperas de la Primera Guerra Mundial. De ese modo, se implanta en el Medio Oriente un problema ajeno a la evolución socio-política y cultural de la región.

Cuando la era petrolera hace su debut en el Medio Oriente a comienzos del siglo XX y especialmente después de la Primera Guerra Mundial, ya existían en la zona múltiples, complejos y graves conflictos.

El Colonialismo como "Institución"

En cuanto a la competencia y enfrentamientos entre las grandes potencias de antaño en torno al Medio Oriente es menester recordar que se llevaba a cabo entre Estados pertenecientes al mismo signo ideológico: el capitalista. Con la llegada de los Bolcheviques al poder en el Kremlin, surge un nuevo sistema: el socialista. Esa nuevo ingrediente complica más el manejo del Medio Oriente debido a la cercanía geográfica de la Unión Soviética a esa región.

Por otra parte, Estados Unidos que hasta entonces se había mantenido relativamente alejada de la maraña política del Medio Oriente, se involucra a raíz del tratado de Paz de Versalles (1918) convirtiéndose en un activo participante de la vida económico-político y cultural de esa área.

Los protagonistas principales sin embargo, eran Gran Bretaña y Francia y en su carácter de Mandatarios, por decisión de la Liga de Naciones, sobre los países árabes que formaban parte del Imperio: Irak, Palestina, Siria y Líbano.

A nivel de la región del Medio Oriente, Turquía pierde su carácter imperial y se convierte en un simple país; los países árabes se encuentran ocupados o bajo el Mandato de Gran Bretaña y Francia; Irán mantiene su condición imperial; en Palestina se va gestando la creación de un nuevo Estado: Israel. Esos son los rasgos principales del área en el período de entre guerra.

Fueron los veinticinco años entre las dos guerras mundiales los que liquidaron medio milenio de relativa marginalidad, antes de allanar el mismo terreno para un papel de máxima sensibilidad geopolítica, entre los escenarios Atlántico y Pacífico del mundo contemporáneo.

Se trata del período en que casi ninguno de los actores locales a excepción de la nueva República de Turquía y del reorganizado imperio de Irán disponía de espacio geopolítico propio. Las geopolíticas locales válidas con las dos excepciones considerablemente limitadas pertenecían por derecho a las potencias europeas imperialistas, no a los actores locales. Salvo las tentativas de Turquía y de Irán por incrementar su influencia y jurisdicción a costa de los territorios árabes desprovistos de aparatos estatales comparables, los actores restantes no hacían más que responder a los estímulos de Gran Bretaña, Francia o Italia. Se trata del período durante el cual no sólo era imposible hablar de una opción geoestratégica autóctona, sino que no existía la posibilidad de lanzar opciones geopolíticas válidas.

Los Actores (decisores con capacidad militar en la región).

Gran Bretaña la potencia con mayor opción a nivel mundial, dominaba el escenario en Egipto desde 1882; Chipre virtualmente desde 1878, ahora ocupará en cuanto a la herencia del imperio otomano los territorios de Irak y el sur de la provincia de Siria, lo que se traducía en Palestina y el territorio al este a través del Jordán: Transjordania. Por el Golfo Árabe-Pérsico y la costa sur de Arabia, Gran Bretaña había logrado la conclusión de una serie de tratados de protección y amistad, desde Kuwait hasta Adén, sin solución de continuidad. El dominio del canal de Suez en cuanto arteria imperial lo tenía asegurado, el de la compañía homónima lo compartía con Francia.

Francia, aún retenía el primer lugar en tres campos: el europeo continental, el Mediterráneo en cuanto teatro naval y el marco diplomático de las relaciones internacionales. Frente al Próximo Oriente (aún no "Medio") llevaba otras ventajas como son la aceptación espontánea de su espacio cultural y tecno-científico en Egipto por la élite gobernante, su posición privilegiada como protectora de los católicos, y especialmente de los maronitas en el Líbano y sus nexos con los pueblos árabes e islámicos del Maghreb norafricano.

Italia potencia colonialista de nuevo cuño que se había instalado en el Cuerno de África con la aspiración obsesiva de dominar a Etiopía. Venía de ocupar la Libia otomana desde 1912. Fracasó en su intento por ocupar parte del territorio turco pero retuvo su dominio sobre las islas del Dedocaneso.

El fin de la Segunda Guerra Mundial inaugura el funcionamiento de un Sistema Mundial caracterizado por la convivencia obligada, por los máximos riesgos atómicos, entre el Bloque Occidental lideralizado por EE.UU. y el Bloque Socialista dirigido por la URSS.

Las bases del Nuevo Orden Mundial se acuerdan entre los Aliados en Potsdam, Yalta y Teherán. El presidente Rooselvelt se entrevista con el Rey Abdul Aziz de Arabia Saudita. El Medio Oriente adquiere la importancia que exige la nueva realidad estratégica.

La partida de los actores europeos

En menos de una década a partir de 1948, las potencias europeas tuvieron que abandonar la "corazona" del Medio Oriente. Francia hubo de abandonar Siria y Líbano a regañadientes, bajo presión británica, poco antes de terminar el conflicto. Italia lo perdió todo. Gran Bretaña permaneció en Suez hasta 1954, pero pretendió volver ahora con Francia y el apoyo de Israel durante la Guerra de Suez, en 1956.

Tres años antes del nacimiento del Estado judío, los Estados árabes independientes formaron la Liga de Estados Árabes con sede en El Cairo: Egipto, bajo el Rey Faruk; Transjordania e Irak, monarquías hachemitas probritánicas; Siria y Líbano, únicas Repúblicas; Arabia Saudita y Yemen, reinos tradicionales de la península. Enfrentada al pequeño Estado sionista, la Liga Árabe no logró impedir su creación, y el trauma del fracaso engendró una reacción en cadena: tres golpes militares en Siria (1949), el levantamiento sirionacionalista en el Líbano (1949), la revolución nasserista en Egipto (1952), la revolución republicana de Irak (1958) y la revolución-guerra civil del Yemen (1962). También trajo en respuesta la creación de la República Árabe Unida, Estado federado compuesto por Egipto y Siria, pese a la separación de la geografía terrestre, el cual hubo de durar un poco menos de cuatro años (1958-1961).

El uso del petróleo se generaliza y populariza en Europa y Japón, EE.UU. se convierte en importador neto de petróleo; Medio Oriente tiene que satisfacer la nueva y creciente demanda. Para ello, son requeridas la estabilidad interna en los países productores, la paz regional y la seguridad del transporte petrolero terrestre y marítimo.

La Descolonización

Pero el Medio Oriente, al igual que el resto de Asia y África, vive el período de la descolonización. Países milenarios se incorporan, ahora como países recientemente independizados a la comunidad y vida internacional. Nace la Liga de Estados Árabes; el Problema Palestino estalla con la Primera Guerra Árabe-Israelí (1948), las grandes potencias actúan e influyen en todos los aspectos valores socio-culturales, estructuras económico y formaciones políticas de esos nuevos y frágiles

países que enfrentan múltiples necesidades, injusticias, rencores y perjuicios históricos. Arraigadas tradiciones tribiales son juzgadas por terceros para moldearlos según la ética parlamentaria de los británicos, la ética proletaria de los soviéticos, los ideales de la Revolución Francesa o los principios de la democracia estadounidense. Los hombres de la región ven con cierta impotencia como les son impuestos no sólo modelos económicos y políticos ajenos, sino que luchan hasta no perder totalmente la tecnología propia que siempre les había suministrado la arquitectura de la vivienda, la vestimenta, el alimento, un modo de producción, una manera de existir y vivir. Buscan recursos para defenderse: la unidad social y/o religiosa produce el Panarabismo y el Panislamismo. Movimientos políticos arrastran las masas y cuestionan poderes locales y foráneos en busca de la justicia. El Dr. Mossaddeq lo intentó en Irán (1951-53), pero EE.UU. restableció el orden rápidamente y el Sha volvió a su trono. El Coronel Nasser derroca la monarquía en Egipto (1952) e inicia el camino hacia un nuevo rumbo.

La URSS post-Stalinista le dedica una mayor atención al Medio Oriente, lo cual es rápidamente respondido por la OTAN, creando el Pacto de Bagdad (Turquía, Irán, Irak y Pakistán), como un cinturón para impedir la expansión soviética. Sin embargo, Moscú no encuentra en la región con la fuerza de las armas, sino por las brechas creadas por los errores de apreciación por parte de Occidente.

En 1955, al nacer el Tercermundismo con la Organización de la Solidaridad Afro-Asiática (siendo sus pilares Nehrú, Sukarno y Nasser), Moscú y Pekin se apresuran para ofrecer ayuda técnica y económica. Egipto como otro de los países No Alineados recibe el apoyo soviético aunque persigue internamente al Partido Comunista Egipcio.

Los Actores (fuerzas nacionalistas y/o políticas emergentes)

El nacionalismo árabe. Si bien abarcaba ideológicamente un mundo árabe afro-asiático, en la práctica nació para dar respuesta a la situación de los árabes del Próximo Oriente sometido a los turcos, dirigido por una élite intelectual mitad siria (incluyendo libaneses y palestinos) mitad iraquesa. Fue un racionalismo etno-cultural que hallara su expresión en el Risorgimiento registrado en Egipto por obra de libaneses cristianos emigrados y que, durante la Primera Guerra Mundial buscara y consiguiera un liderazgo musulmán en la figura del cherif Hussein, él asume el rol histórico del símbolo del divorcio entre árabes y turcos, naciones islámicas ambas que habían escogido distintos caminos hacia la realización nacional: Turquía con Alemania; los árabes, con los aliados.

El Islamismo. Habiendo sido bandera y escudo del imperio otomano hasta el movimiento nacionalista turco de 1908, era de esperarse que no le fuera plausible a los millones de los adeptos a su causa aceptar los nacionalismos fraccionados, estilo europeo, de buenas a primeras. Comienza en el Próximo Oriente de la era de los mandatos europeos el debate vital entre arabismo e islamismo. Mientras ambos carecían de una patria jurídica con espacio propio, el primero más moderno parecía llevar ventajas, el segundo políticamente debilitado parecía resignarse a la idea del Estado nacional de estirpe europea. Los británicos, quienes durante la guerra alentaran al nacionalismo árabe en detrimento de lo que quedaba en pie del califato, ahora invertían las palancas para combatir el nacionalismo y alentar, hasta cierto punto, sino a una opción islámica geohistórica, más bien a varias opciones islámicas geopolíticas divididas, ya sea en Egipto (Conferencia islámica de 1926), ya sea en Arabia Saudita (Conferencia de La Meca, 1926).

El Sionismo. Una nueva fuerza política e ideológica ingresa en el escenario formalmente en 1917 cuando Lord Balfour emite su declaración prometiendo a los judíos un hogar nacional en Palestina. El sionismo en cuanto nacionalismo hebreo sirvió en un primer momento para consolidar el nacionalismo árabe, especialmente en Palestina, donde la unión entre árabes musulmanes y árabes cristianos se produjo sin mayores dificultades. El sionismo importaba un factor europeo multilingüe y tecnológicamente superior al medio local, siendo necesario dividir su rol en tres etapas: la que se desarrolla bajo el amparo del imperio otomano (las aliyas, contingentes de campesinos rusos y polacos), la segunda, que refleja el poder político adquirido por aquiescencia del mandato británico (1918-33), y la tercera que traduce el pánico de los judíos centro-europeos, especialmente los alemanes, como consecuencia del antisemitismo desatado por Hitler y el régimen nazista. La primera etapa no deja una huella política local, la segunda delata los primeros choques, ideológicos y armados, entre árabes y judíos en Palestina; la tercera está marcada por el eventual desvío en la hostilidad sionista momentáneamente hacia el poder británico y mientras se logre la creación, ya no de un hogar nacional sino de un Estado judío.

El marxismo. Durante el período reseñado fue poco lo que el marxismo pudo cosechar en el Próximo Oriente. Ninguna de las sociedades del Próximo Oriente estaba industrializada hasta el punto de digerir una organización partidista basada en la lucha de clases. Aparte de sendos partidos comunistas muy limitados en

Siria y Líbano, el único país de la región en que las divisas del partido local parecían tener sentido geopolítico aunque pareciera el más equivocado a las élites nacionalistas dominantes fue Palestina, donde el Partido Comunista Palestino anunciaba la fraternidad de los trabajadores árabes y judíos contra el fascismo y el imperialismo.

El nuevo período se caracteriza por un los siguientes lineamientos generales:

1) La partida definitiva de los actores europeos que procuraban nuevos espacios geopolíticos a expensas de las naciones de la Región y sus antagonismos.

2) El acceso al espacio geopolítico propio, del Estado de Israel, adversado por el nacionalismo árabe.

3) La aparición en el escenario de los dos actores geoestratégicos de la era nuclear, uno tomando el partido de Israel y el otro alternando entre dos o tres aliados árabes de turno.

4) El nacimiento de una nueva línea de confrontación en la frontera del petróleo que, desde un marco geopolítico controlable, está amenazando con transformarse en una opción geoestratégica en torno al resurgimiento del fundamento islámico.

5) La búsqueda de espacio geopolítico propio por parte de la mayoría de los actores etnonacionales o ideológicos locales.

6) El ensanchamiento gradual de un horizonte de lejana integración entre la Región y sus similares en el Tercer Mundo: el Asia del Indo-Pacífico, el África Subsahariana y América Latina.

El sistema internacional imperante es ahora el de transición entre la poliarquía decadente pero capaz, y la emergente bipolaridad.

This entry was posted on 6 de abril de 2010. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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