Gasolina e inflación

Gasolina e inflación -

MAZHAR AL-SHEREIDAH (*)

En OpecBulletin, de mayo de 1993, Sunmonu Adeyeye, analista en el Departamento de Economía y Finanzas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, retoma el tema del incremento de los precios del petró­leo de los años 70 y sus efectos sobre la eco­nomía mundial. ¡20 años atras y todavía da de qué hablar!

Recuerda e! analista cómo el precio saltó de cinco dólares el barril en octubre de 1973 a 11,65 dólares el barril en enero de 1974, cau­sando inflación y haciendo declinar la tasa de crecimiento de las economías de los países Oc de a niveles críticos. La inflación promedió en Estados Unidos focás 9,6% interanualmente y totalizó 67% entre 1974 y 1980.

Ciertamente, ¿quién no recuerda el famo­so fenómeno de estanflación, el desempleo en sus manifestaciones más alarmantes, desde la recesión de los años 28 y la subsiguiente ba­ja en la demanda petrolera? La palabra de mo­da era la crisis energética.

Precisamente, a partir de esa experiencia, repetida en 1979, es que Venezuela, junto con otros en la Opep, adopta la política de reani­mar la demanda mediante precios bajos, que estimularían la economía de los países impor­tadores de petróleo, es decir, abaratando la fac­tura petrolera.

Resulta, por lo tanto, desconcertante que, ahora que está en boga el tema del incremen­to del precio de los combustibles en Venezue­la, no se discuta el efecto sobre la economía nacional.

En mi opinión, el incremento del precio de los combustibles generará inflación, desem­pleo y agravaría la crisis, en una economía que ya tiene descomunales índices de infla­ción y devaluación.

Además, de producirse el incremento antes de haberse nivelado los sueldos y salarios, y en vista de los escandalosos niveles de pobre­za crítica y marginalidad generalizada, el efec­to social sería inevitable. Ello sería aun más grave por la precaria estabilidad política que vive el país.

En suma, una de las dos posiciones que mantiene el país está equivocada: o es que la política de propiciar precios bajos en el mer­cado internacional es correcta y por lo tanto habrá que aplicar el mismo principio interna­mente, o es que está errada en la parte exter­na, por lo que habría que:

1) abandonar la pos­tura tradicional de favorecer los precios bajos,

2) tomar medidas prácticas para impulsar pre­cios altos en el mercado internacional,

3) apli­car la misma práctica internamente. ¡Malo sería favorecer afuera y castigar aden­tro!

A toda luz, no se puede ser complaciente con el consumidor foráneo y duro con el con­sumidor nacional. Ello hace recordar el dicho: "Claridad para la calle, oscuridad para la ca­sa".

Alguien diría que sí se puede. Será, pero la economía tiene sus leyes y las experiencias es­tán registradas y bien documentadas. Un pre­cio mayor puede aplicarse hasta por decreto, pero ella también tiene su precio, no sólo sociopolítico, sino económico.

This entry was posted on 19 de mayo de 2010. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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